martes, 19 de octubre de 2010

Recordar.

No sé tú. Lo único que sé de ti es que estás leyendo esto. No sé si eres joven o no. Espero que seas joven y estés triste. Si eres viejo y feliz, imagino que quizá sonrías para ti mismo cuando me oigas decir: "me rompió el corazón". Recordarás a alquien que te rompió el corazón, y pensarás para tus adentros: "oh, claro, recuerdo perfectamente cómo te sientes". Pero no puedes, viejo engreído de mierda. Quizá te recuerdes sintiéndote placenteramente triste. Quizá te recuerde escuchando música y comiendo chocolatinas en tu habitación, o paseando a solas por Embankment, arropado por un abrigo invernal y sintiéndote solo y valiente. Pero ¿puedes recordar cómo el masticar cualquier bocado es como morderte el propio estómago? ¿Puedes recordar cómo el sabor del vino tinto te sube hacia la boca y cómo cae dentro de la taza del retrete? ¿Puedes recordarte soñando todas las noches que aún estáis juntos, que te habla tiernamente y que te toca, y cómo a la mañana siguiente, al despertar, tiene que volver a revivirlo todo una vez más? ¿Puedes recordarte grabándote sus iniciales en el brazo con un cuchillo de la cocina? ¿Puedes recordarte de pie junto al borde de un andén del metro? ¿No? Pues bien, cierra la puta boca, entonces. Métete esa sonrisa por el maldito culo flácido.


"Declaración de Jess."
En picado, Nick Hornby. Anagrama, 2006.
Páginas 51-52.


Sólo queda decir: amén.

1 comentario: