miércoles, 2 de noviembre de 2016

Los recuerdos


Lo que me gusta de los recuerdos es que puedes sonreír cuando estás solo, en la peor de las tormentas. Puedes abrazarlos, llorar, sentirlos aunque con el paso del tiempo se van desgastando, perdiéndose por el camino.

El problema de los recuerdos es cuando olvidamos donde empezamos. Cuando vivimos tan abrazados a ellos que somos incapaces de disfrutar del momento, de pararnos a ver lo que tenemos delante, de cuidarlo… de sembrar las semillas que luego acabarán siendo futuros recuerdos.

Un recuerdo es para esos momentos en los que no ves luz, cuando no te queda más que aferrarte a algo que mantenga los pies en la cabeza.

lunes, 31 de octubre de 2016

Desde la cama


Corazón palpitando. Mucho más fuerte de lo que debería. No son horas, debería estar desperezándome lentamente de la cama. No agarrotada de pies a cabeza. No quiero salir de la cama, aquí, estoy segura, nadie gruñe, no me enfrento a nada. ¿Es cobarde? Sí, pero aquí puedo dejar volar mi imaginación, llorar, sonreír… aquí puedo dominar mi mundo. El problema es cuando das dos pasos, cuando toca rozar conversaciones y sonreír fuertemente porque así se supone que estoy mejor.

El mundo es mi cama y salir es explorar una galaxia con millones de variables que no me interesan analizar ni intentar comprender. Simplemente, porque no me interesan. Me interesa el libro, el sonido de las hojas, notar como cada músculo de mi cuerpo está vivo y le duele el estiramiento. Pero no, no me saques de ahí.

No entiendo la razón del refugio improvisado que he montado. Con lo grande que es el mundo… Solo hay algo que creo que tiene algo de razón. Y es una imposición que sale de alguno de los pocos lugares en los que debo de tener fuerza: sal de la cama. No te puedes quedar.


Maldita responsabilidad, haciendo de las suyas cuando incluso quiero ser rebelde…

lunes, 3 de octubre de 2016

La chica con el corazón en el puño


En un día un poco caluroso para las fechas que correspondían nació una niña con una sonrisa en la cara. Su corazón era fuerte y enérgico, pero los médicos sabían que había nacido con fecha de caducidad. Es por eso, que le pusieron otro corazón.

Quizás porque se trataba de un caso extraordinario los médicos no fueron conscientes que aunque podría sobrevivir a las tempestades, llevaría consigo otras consecuencias. La primera fue el cuidarse. Por mucho que no protegiera el corazón expuesto, esté llevaba peor todo, los cambios de tiempo, el ejercicio, etc. Con el paso de tiempo la niña fue descubriendo las formas de solventar el frío, los saltos y muchas caídas. Para eso estaba la vida, ¿no? Para enfrentarse, madurar, y hacerse fuerte o preventivo. Pero ese no fue el mayor de sus preocupaciones, lo que en un principio parecía locura transitoria se fue magnificando. Todo el mundo prestaba atención al pobre corazón exterior, pero se habían olvidado del interior. Resulta, que la niña se sentía diferente. Los libros le emocionaban, una canción era capaz de llevarle a sitios donde nadie podía pensar, vivía las emociones de otros como si fueran suyas y caía rendida a la tristeza de forma severa. Los médicos lo llamaron depresión, le dieron pastillas, pero ella seguía emocionada con una guitarra suave. Su corazón interior temblaba con las muestras de cariño, eran su droga, pero al mismo tiempo que las recibía, se sumía en la más profunda oscuridad incomprendida.

¿Es que nadie entendía su visión? Lo que ella llamaba locura transitoria nadie era capaz de sentirla la mitad de lo que veía. Solo, cuando gritaba de dolor porque lo sentía, sabía que exponía un ejemplo de lo que le sucedía. Ella miraba su corazón interior, sabía que algo era diferente al resto, sabía que, a pesar de lo afortunada que era de tener dos corazones, algo no cuadraba.

El corazón interior, no es que tuviera fecha de caducidad, es que era sensible. El corazón exterior estaba para evitar que el interior, que tendía a los sentimientos más puros, se autodestruyera ante tanta intensidad. 


El mundo no está hecho para sensibles solitarios. Éstos, necesitan siempre ayuda de otros. Y los médicos de aquella clínica, sabía lo que tenían entre manos.

sábado, 28 de mayo de 2016

Cuando...


Cuando el norte ha desaparecido,
cuando las estrellas no brillan tanto para que las vean tus ojos,
cuando el camino se convierte en lava, que quema y arrastra,
cuando el aliento no te llega,
cuando el agua escasea,
cuando tus ojos están cansados de llorar
mira hacia arriba,
en cada paso que das, tendrás una baliza,
un brillo, una energía.

Borra las lágrimas de tus ojos,
contempla esa brillantez, esa fuerza, esa calidez.
Se llaman amigos,
y son gente que está ahí cuando tu no lo ves.

sábado, 21 de mayo de 2016

Los cuatro elementos

Cuando eres pequeño fantaseas con juegos de rol (solo en algunos friki-casos) y tienes que escoger un elemento. La gente tiende a pelearse por el fuego o el agua, siendo la tierra y el aire los "olvidados". Aunque este tipo de conversaciones ya no se tienen -la edad, es lo que toca-, siempre tuve la sensación de que la fuerza bruta era lo que más gustaba de primeras y destruir con el fuego o arrasar con el agua era lo más atractivo. ¡Cuántas veces me habrán cuestionado por defender el aire y la tierra!

El aire si no entra en tus pulmones, hace una bola en tu cuerpo, te preocupa, te ahoga y no te deja avanzar. La ansiedad lo único que hace es bloquearte, volverte inútil. Puede que la fuerza bruta acabe de tí de primeras, pero la lenta agonía de ser incapaz de correr y respirar te come por dentro y apaga tu luz. En cambio la tierra es la base, siempre está ahí, es el crecimiento, el soporte, la resistencia. Si no creces no vives, no avanzas, no puedes hacer nada porque no maduras. La paciencia es lo que nos mantiene vivos y saber que estar mal es ley de vida.

Los cuatro elemento, al igual que las cuatro cualidades físicas o los cuatro puntos cardinales esconden sus características y, aunque la fuerza nos atraiga, no olvidemos a la resistencia, o la tierra, y la flexibilidad, el aire, que son lo que nos mantienen puestos en nuestro día a día.  

Viva la tierra, viva el aire, viva el norte, viva la resistencia, viva la flexibilidad... vivamos nosotros. 

jueves, 5 de mayo de 2016

El chico con piel de braile


El chico con piel de braile no hablaba mucho, y es por eso que su piel se volvió áspera para contar todo aquello que no terminaba de salir por su boca. De la necesidad de expresar sus sentimientos, su cuerpo se adaptó al medio: lo hizo alto para que se le viera, alargó sus piernas para que corriera más que nadie y le hizo inquieto para que tuviera temas de conversación. Sin embargo no fue suficiente, y el chico con piel de braile no fue consciente del esfuerzo de su cuerpo y continuó observando en silencio y sintiéndose incómodo en su día a día. 

Años después, descubrió que en su piel se narraban grandes aventuras que, según una sabia adivina, traía de su alma vieja de tiempos lejanos. Y es que él solo no lo descubrió, tuvo que aprender mucho, cometer grandes errores, dejarse llevar por riachuelos pedregosos y toparse con personajes sacados de viejos cuentos. 

miércoles, 20 de abril de 2016

Una vez más


Hacía muchas semanas que todo fluía a su lento paso. Que todo estaba más o menos en orden.

Pero una vez más todo se volvió oscuro. Y una vez más no había suficiente aire como para poder respirar. Una vez más, escondida y en silencio, buscó la calma que no llegaba, que le asfixiaba a lo lejos. Una vez más tuvo que tumbarse, agarrarse con fuerza su cuerpo dolorido y esperar a que los espasmos que le provocaban aquella manta gris invisible cesaran. Una vez más tuvo que sonreír cuando no quería, fingir que todo iba bien, ocultar sus lágrimas sobre maquillaje negro...

Pero una vez más, en un futuro, su luz se apagaría y dejaría relucir a la penumbra que pedía a gritos salir de su cuerpo.