lunes, 31 de octubre de 2016

Desde la cama


Corazón palpitando. Mucho más fuerte de lo que debería. No son horas, debería estar desperezándome lentamente de la cama. No agarrotada de pies a cabeza. No quiero salir de la cama, aquí, estoy segura, nadie gruñe, no me enfrento a nada. ¿Es cobarde? Sí, pero aquí puedo dejar volar mi imaginación, llorar, sonreír… aquí puedo dominar mi mundo. El problema es cuando das dos pasos, cuando toca rozar conversaciones y sonreír fuertemente porque así se supone que estoy mejor.

El mundo es mi cama y salir es explorar una galaxia con millones de variables que no me interesan analizar ni intentar comprender. Simplemente, porque no me interesan. Me interesa el libro, el sonido de las hojas, notar como cada músculo de mi cuerpo está vivo y le duele el estiramiento. Pero no, no me saques de ahí.

No entiendo la razón del refugio improvisado que he montado. Con lo grande que es el mundo… Solo hay algo que creo que tiene algo de razón. Y es una imposición que sale de alguno de los pocos lugares en los que debo de tener fuerza: sal de la cama. No te puedes quedar.


Maldita responsabilidad, haciendo de las suyas cuando incluso quiero ser rebelde…

No hay comentarios:

Publicar un comentario