viernes, 28 de enero de 2011

La última noche.


Recuerdo aquel amanecer doloroso cargado de alcohol en mi boca.

Aquella mujer se levantó de la cama de un salto, buscó su ropa con seguridad y se vistió con velocidad como consecuencia de su experiencia en estos temas. Se sentó al borde de la cama y estiró sus finas piernas. Introdujo con maña aquellas medias translúcidas que la habían acompañado junto con el vestido beige, ahora encajado en su cuerpo.

En aquel instante se giró, sonrió y sentenció: "esta ha sido la última noche. Me has perdido. No estoy hecha para ti".

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