Me encontraba perdido en aquel café americano de la esquina de la ópera. Me encontraba desquiciado por realidades insospechadas. Me encontraba observando a la gente, analizando si eran clásicos, modernos o posmodernos... y entre toda esa muchedumbre, de la nada, vislumbré la solución a todas mis incógnitas [...]
[...] en aquel cuaderno de tapa roja cubierto de purpurina X escribía con fuerza y obsesión: controla, controla, sé buena persona.
OMG!
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