sábado, 11 de diciembre de 2010

Un día cualquiera.

Está todo en mi cabeza, con su banda sonora inclusive.

Te imagino tranquilo, abriendo la puerta de la biblioteca de par en par y asustando a aquellos que van a entrar por esa felicidad tan exultante que se contradice con unas manos en tus pantalones ligeramente y perfectamente caídos. La música acompaña tus oídos y tu gorro invernal de color verde oscuro tapa parte de tu revoltoso pelo que hoy, para variar, no quiso colocarse donde debía.

Sonreirás al verme sentada en aquellos bancos grises al tiempo que muevo los dedos como si estuviera tocando un piano de cola negro. No podrás reprimir esos abrazos que tan extrañamente brotan de tus emociones y aun menos los dos sonoros besos que dicen chus chus.

Bailarás sobre tus vans negras para hacerme sonreír y cogerás mis manos para que se calienten en estos días fríos de invierno. Me empujarás en algún momento para que comience con el pique y cuando responda saldrás correteando por la acera de la Avenida Complutense sabiendo que mi velocidad y mi torpeza no podrán alcanzarte.

Llegaremos al metro que tanto conocemos, irás en dirección contraria y desde el otro andén escribirás las horas que quedan para vernos mañana en tu mano con un rotulador negro.

Conseguirás lo que estabas buscando: mi sonrisa.

1 comentario:

  1. ¡Hola! Me gusta éste:_)
    pasa por mi blog si puedes algun día.
    Te sigo desde ya un buen tiempo, escribes bien ;_)

    Saludos.

    ResponderEliminar