La mejor declaración de esperanza que me diste ante mi llanto incontrolable cuando marchaste al nuevo mundo fue una sonrisa, un abrazo y la mirada con más complicidad que nunca había visto -ni volví a ver- en mi corta vida. Sabía que no regresarías y que yo te esperaría eternamente como tu compañera de las noches heladas bajo la lluvia. Pero tus ojos siguen grabados en mi mente, llenos de luz y de vida. Han pasado ya muchas mareas, muchas estaciones y muchas noches de lluvia helada, pero yo sigo aquí, recordando tus ojos cómplices y tus esperanzas. Y no por ello estoy triste ni apenada, sino orgullosa, porque si no vuelves, es que has encontrado el camino que buscabas.
Qué emocionante!!! Pone la carne de gallina
ResponderEliminarqué bonito amanda
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