miércoles, 25 de junio de 2014

En la intimidad


Confieso que tienes razón, pero solo por un rato, porque si te doy la razón quedaré como una idiota pelota, pero si te contradigo seré la gruñona charlatana que lo sabe todo y que en realidad no sabe nada, porque... ¿alguien nos explica esto? Prefiero que sonrías un rato a pesar que mi cerebro me castigue por hacer más caso al impulso que a la razón, aunque... que le den al impulso; no te doy la razón porque creo que las cosas no tienen fundamento. Pero quién sabe, mis palabras nunca han tenido sentido, de hecho mis sentimientos no salen por mis palabras, sino por mis suspiros, y ya ni te cuento las ideas, de mi boca solo surgen bolas de palabras que chocan contra acantilados quebrándose en mil partes y quedando como empezaron: caóticas. 

Vamos, que eso.

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