Hace ya un tiempo -concretamente 5 años- la psicóloga del instituto nos propuso hacer un ejercicio en clase. Éste consistía en colocarse un papel en la espalda y dejar que nuestros compañeros escribieran una palabra con la que nos podrían describir. En mi papel no escribieron muchos -no era alguien muy aceptada por la clase- y lo que digeran de mí, serviría para en días tristes, en días de cansancio, esas palabras nos animaran.
Una vez acabada la parte de escribir, mirabas las palabras y escogías la que más te gustaba hasta la que menos te gustaba. Con eso, hacías una frase en la que la primera palabra que colocabas es la que más te gustaba y así sucesivamente hasta la que menos te gustaba.
Mi frase, quedó de la siguiente forma:
Soy una persona con mucha imaginación y creación, que se puede contar en caso de necesidad y que sabe estar. Soy alegre, agradable, simpática, inteligente, buena escritora y muy guapa.
Cuando estoy triste, leo esta frase, respiro hondo y sigo adelante.
La verdad, es que funciona.
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