jueves, 25 de marzo de 2010

Nueve palabras clave para una historia.

Hoy hemos hablado de lo que es un método, que como dijo Paco García se puede decir que es el camino que nos permite hacer mejor el trabajo. Es decir, son instrumentos que nos ayudan a inventar, a crear.

Como casi todo que se da en nuestra carrera, todo término tiene a su vez varios tipos o clasisificaciones. En este caso podemos diferenciar cuatro: analógico, aleatorios, antitéticos y mixtos.

Para explicar los métodos aleatorios, hemos hecho un ejercicio bastante interesante y curioso.

Lo primero que ha hecho el profesor ha sido preguntar quienes tienen un libro de lectura en clase. Como muchos, he levantado la mano y le he prestado dicho libro (el mio es "Un gran chico" de Nick Hornby, tiene buena pinta). Luego, ha escogido a dos personas que han abierto diferentes páginas y han escogido una palabra -adjetivo, sustantivo, advervio o verbo - de diferentes formas.

Las palabras que salieron son las siguientes:
- Preparación.
- Posiblemente.
- Espíritu.
- Estúpido.
- Minutos.
- Fútbol.
- Tubérculo.
- Estrépito.
- Sano y salvo.

A partir de estas palabras aleatorias (y vaya que lo son), teníamos que escribir una historia en un tiempo límite en una cuartilla.

Casi todo el mundo habló de sentimientos y de fútbol como tema principal. La verdad es que había muy buenas historias, lo único es que me quedé con ganas de contar la mía, que no trata estos temas.

Si eso, os la cuento y véis que cosa más extraña.

Posiblemente aquella habitación vacía en la que no pasaban los minutos sería el quid de la cuestión. Quizás, el estrépito causado por aquel partido regional de fútbol no favorecía la situación, la escena, ya que hacía que la situación resultara absurda.
Un espíritu se encontraba en la habitación. Miraba con tristeza las cuatro paredes desnudas, vacías, que iban a ser testigo de aquel momento decisivo, como la habitación.
Observaba una preparación "de qué" se preguntó el espíritu.
El tubérculo ya no era marrón, sino negro. Tenía el color de la muerte, que se acercaba poco a poco desde su interior, siligiosa.
Aquel estúpido chico, vivo, no quería vivir. En ese momento el espíritu deseó que tan sólo, llegara sano y salvo al cielo...

La verdad es que no parece tener mucho sentido... pero creo que tiene algo de poesía.

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