Lo que me gusta de los recuerdos es que puedes sonreír
cuando estás solo, en la peor de las tormentas. Puedes abrazarlos, llorar,
sentirlos aunque con el paso del tiempo se van desgastando, perdiéndose por el
camino.
El problema de los recuerdos es cuando olvidamos donde
empezamos. Cuando vivimos tan abrazados a ellos que somos incapaces de
disfrutar del momento, de pararnos a ver lo que tenemos delante, de cuidarlo…
de sembrar las semillas que luego acabarán siendo futuros recuerdos.
Un recuerdo es para esos momentos en los que no ves luz,
cuando no te queda más que aferrarte a algo que mantenga los pies en la cabeza.