jueves, 25 de noviembre de 2010

Palabras.


Cada vez que surgen esas palabras en la conversación mi cuerpo se tambalea, haciendo temblar mis cimientos, mis piernas. Mi mente se bloquea, se llena de nubes negras y mis ojos llueven, pero no como cántaros, sino poco a poco deslizan su agua salada por mis marcadas mejillas.

El pánico de dar dos pasos hacia atrás hace que vuelva por ese camino oscuro, de noches con canciones que seducen, de bailes de borrachos, de despertares en parajes desconocidos y de una carga en mis espalda llamada vergüenza.

Por favor, no digas esas palabras... por favor.

martes, 23 de noviembre de 2010

Seamos francos.


"¿Cómo te enfrentas al tiempo?" - preguntó mientras pegaba un mordisco a su bocadillo.
"Es muy sencillo: bájate los pantalones, pon el culo en pompa y deja que te de".


Cae un bocadillo al suelo.
Se había quedado boquiabierto.

domingo, 21 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

Dicen.


Dicen que derrocho mucho, que no sé apreciar lo que me rodea, que utilizo a la gente, que me muevo con malas influencias. Dicen que la cerveza me pierde, que la noche es mi "mala amiga", que mi mirada seduce y nunca quiero llegar a nada.

Dicen tantas cosas que me duele la cabeza, y ahora, con resaca mañanera y un duro día por delante de odio y mal entendidos, me justifico: todo lo hago por llamar tu atención.


martes, 16 de noviembre de 2010

Envidia cochina.


"Nada, es que estábamos bailando y tal y me miraba fijamente y vio que contoneaba mis caderas y... nada, que se acercó y pffff, se pegó más de lo que debía y fue un descontrol. Es que no lo pude controlar, me ponía." - dijo entusiasmada.

"Pues yo me he comido el helado de vainilla con nueces de macadamia más rico del mundo."


(zas!)

martes, 9 de noviembre de 2010

Miedo.


Ahora mismo soy feliz. Tengo un trabajo que me gusta, una mujer que me cuida, unos amigos que no están siempre, pero sé que puedo contar con ellos, tengo suerte, dinero, viajo, siento que soy atractivo y estoy repleto de cariño.

Pero no estoy seguro y no lo entendía hasta que contemplé aquella tormenta de verano. Detrás de todo buen momento, hay una caída, y siento pánico observando como se acerca.

lunes, 8 de noviembre de 2010

El alba.


La vida se puede resumir en cinco minutos.


Mis cinco minutos son esos que pierdo observando como poco a poco te despiertas. Cómo te mueves un poco entre mis brazos, me rodeas y aprietas más mi cintura, pero lo justo como para dejarme respirar, algo que controlas tras muchas (y largas) noches. Después sueltas un fuerte suspiro y escondes tu cabeza pegándote más. Estiras las piernas, tus dedos se mueven, parpadeas para ti mismo hasta que abres poco a poco los ojos y ves que ya hay luz, que es hora de despertarte o por lo menos de un nuevo día. Normalmente sonríes vagamente y buscas un rincón de mi cuerpo para acurrucarte y aprovechar el calor en estos días fríos de invierno. Y a pesar de que gruñas, sé que estás sonriendo, sé que tu corazón está sonriendo.


La vida se puede resumir en cinco minutos, bueno, y en cinco segundos: renacer.

martes, 2 de noviembre de 2010

Rutina.


Primero base, corrector y antiojeras. Después lápiz, sombras, eyeliner, rimmel y pintalabios. Una vez lista el pelo, liso, lacio y con flequillo hacia la izquierda. El vestido negro con la espalda al aire, las sandalias de tacón infinito, medias semitrasparantes y bolso con tachuelas.

Salgo de casa, camino con mis amigos. Cubatas, ron negrita, coca-cola. Faltan hielos, da igual, el ron es ron y a estas alturas entra. Hablo de rock'n roll, hablo de política aunque no me interesa. A lo lejos percibo una mirada que me observa, que mira mi cruce de piernas, mi forma de cambiar el peso de mi cuerpo, mis brazos y mis morritos cuando bailo la música que suena de un coche cercano.

Ahora estoy en la discoteca, él sigue observando, yo le guiño un ojo con mis pestañas infinitas. Bailo, sé que se me da bien y puedo permitir estirar mi cuello y levantar mi larga melena castaña. Se acerca de forma discreta, pero le veo. Baila. Los altavoces no dan más de si. Pum pum pum, que siga esa música por favor, juego con ventaja. Está más cerca, me susurra su nombre, pero lo ignoro, no me interesa. Observo sus labios, me gustan.




Me levanto, mi ropa huele a tabaco para variar. Cojo el albornoz verde y meto la ropa sucia en la lavadora.
En la nevera, una nota: "Gracias por nuestra décimocuarta vez de charlas hasta el amanecer. Te veo el próximo fin de semana para la decimoquinta. Siempre tuyo, Marc."